Para nosotros, esta Navidad tiene una significación humana
de incalculable valor cristiano. Las lluvias y sus desastres le han dado
presencia encarnada al pesebre pascual. En cada hombre, en cada mujer, en cada
niño, está el rostro de José, María y Jesús. Como bien lo señaló el padre Numa
Molina, desde su apostolado a favor de los humildes, "cada refugio es la
representación viva del pesebre originario".
¿Qué buscaban María y José aquella noche en Belén si no un
refugio para que llegara al mundo el que traería las bienaventuranzas? ¿No son
hoy nuestros refugios espacios de solidaridad y justicia, en los que estamos
viendo nacer la esperanza viva hecha pueblo?
Quiero recordar de nuevo -y vaya que estos días de
Emergencia Nacional me recuerdan tanto sus palabras- a Ludovico Silva, cuando
decía: "No hay peor infierno que la falta de esperanza (...) Perder la
esperanza es no tener futuro; el porvenir se nutre de ella". ¿Y qué mejor
forma de llevar esperanza y con ella la vida buena, el buen vivir, que
haciéndoles justicia a quienes nunca la han tenido?
Este mes de diciembre, como un todo, pareciera rendirle
honor a su sentido conclusivo del año. Por estos días, hemos visto lo más
bondadoso y hermoso del ser humano, ¡cierto!, pero también su lado más mezquino
y perverso, representado por algunos sectores de nuestra sociedad que encuentra
siempre, en nuestro sentido de fraternidad y solidaridad, ocasión propicia para
desatar todas sus agresiones, no sólo contra nuestras instituciones y el
Gobierno bolivariano sino contra nuestro pueblo, a quien quisiera ver sumido
por siempre en la desesperanza y en el vivir muriendo, como lo vengo reiterando
en cada jornada de batalla.
II
Como cristiano radical, entiendo y asumo el santo Evangelio
como salvación y liberación definitiva de todos los hombres y mujeres de buena
voluntad. En tal sentido, recuerdo las palabras de Juan Pablo II en el
documento "¿Qué has hecho tú de tu hermano sin techo? La iglesia ante la
carencia de viviendas", que escribiera a propósito del Año Internacional
de los Sin Techo (1987) establecido por la ONU: ...salir al encuentro de quien
tiene necesidad de una vivienda pertenece al espíritu de las "obras de
misericordia", en función de las cuales seremos juzgados por Cristo
nuestro Señor (cf. Mt. 25, 31-46).
¿Podremos nosotros, cristianos, ignorar o soslayar tal
problema, cuando sabemos bien que la casa "es una condición necesaria para
que el hombre pueda venir al mundo, crecer, desarrollarse, para que pueda
trabajar, educar y educarse, para que los hombres puedan constituir esa unión
más profunda y más fundamental que se llama ´familia´"? (Enseñanzas, 2,
1979, 314).
(...) La Iglesia, participando de "los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren" (Gaudium et spes, 1),
considera grave deber suyo asociarse a cuantos operan con dedicación y
desinterés para que el problema de la casa encuentre soluciones concretas y
urgentes, y para que los que carecen de techo sean objeto de la debida atención
y preocupación por parte de la autoridad pública.
(...) La especulación sobre los terrenos que sirven al
desarrollo edilicio y sobre la construcción de ambientes domésticos, el estado
de abandono de barrios enteros o de áreas rurales privadas de calles
transitables, de distribución de agua o electricidad, de escuelas o de
transportes necesarios para el movimiento de las personas, son -como es sabido-
algunos de los males más patentes, estrechamente ligados al problema más amplio
de la casa.
Y rematará su Santidad:
"¿Cómo podríamos afirmar que se ha celebrado realmente
un Año Internacional de los Sin Techo, si luego no se ha hecho nada o casi
nada; si todo quedara reducido a algunas ceremonias que no comportan ningún
beneficio sensible? (...) Todo esto trae a la memoria y a la reflexión las
palabras consoladoras de Jesús: «Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos,
mis hermanos menores, a mí lo hicisteis» (Mt 25, 40). Él, en efecto, nació en
un establo y fue reclinado «en un pesebre» por las manos amorosas de su Madre,
la Virgen Santísima, porque no había lugar para ellos en la posada (cf. Lc 2,
7); y luego estuvo prófugo, lejano de su tierra y de su casa, en su primera
infancia".
Querido o querida compatriota que me lees: he traído esta
larga cita para que ejerzamos la reflexión profunda que estos días santos
ameritan; para que sean ustedes quienes saquen las conclusiones acerca de la
justeza de nuestro camino y las decisiones que sobre el mismo hemos ido tomando
radicalmente: como revolucionarios que somos, debemos ir a la raíz de todos
nuestros males y problemas, de todas nuestras desdichas y sufrimientos. Nunca
como antes el sentido de lo ecuménico se nos había hecho más claro: el habitar
la tierra pasa por la realización del hombre en su morada y en su lugar de
trabajo como extensión de la misma y para la misma; es la dignificación en su
hogar y la dignificación de todas las condiciones para que esto sea posible.
Por ello, hemos decidido legislar radicalmente en función de la felicidad
colectiva que nos merecemos, que comienza, necesariamente, por la resolución
del problema de la vivienda.
III
Esta semana, cuando apenas hemos esbozado la concepción para
enfrentar la crisis, ya comenzaron a "ladrar los perros". En sus
ladridos, desconocen a nuestra Carta Magna y van contra su espíritu, alegando
que estamos dando un golpe de Estado contra la misma, como justificación y
preludio del golpe que ellos sí están tramando.
No puedo menos que, como Jefe de Estado, repudiar
rotundamente el llamado a violar la Constitución y las leyes de la República,
hecho, una vez más, por ese cuerpo podrido y atado a lo peor del pasado como lo
es Fedecámaras, en la persona de su presidente, irrespetando a nuestra Fuerza
Armada Bolivariana. No puede quedar impune tal llamado contra la República:
vuelvo a exhortar al Ministerio Público para que actúe de acuerdo a las
disposiciones que nuestras leyes contemplan y prevén al respecto.
Como lo hizo en el 2002, la oposición apátrida ha querido
empañar nuestra Navidad, atentando contra el espíritu que la impregna: el
espíritu de la paz y de la convivencia fraterna y solidaria. ¡No han podido ni
podrán contra nosotros! Y, como en aquel entonces, no nos desprenderemos del
espíritu de bienaventuranza que anima a los que seguimos a Cristo redentor.
Estamos seguros que venceremos porque estamos venciendo.
Junto al pueblo, conjuraremos a todos los diablos que se nos pongan por
delante: se estrellarán y se seguirán estrellando como sucedió esta semana en
la que intentaron desestabilizar nuevamente al país.
Nosotros estamos asumiendo, hasta las últimas consecuencias,
el Evangelio del amor y de la justicia. Y al Niño Jesús lo buscamos y
encontramos, cada día, en todos los excluidos y excluidas de Venezuela.
Con certeza, en esta hora dura y difícil de la Patria,
Cristo levanta de nuevo su voz, y nosotros con Él, en un renovado "Sermón
del Cerro": es la buena nueva de la redención y la liberación que hoy
encarna, en las palabras y en los hechos, el pueblo de Simón Bolívar.
¡Bienaventurados los Pobladores del Cerro!
¡Bienaventurados los refugiados y refugiadas!
¡Bienaventurados los soldados del Pueblo!
¡Bienaventurado el Pueblo todo!
Porque de ellos y ellas será el Reino de la Justicia Social,
del Amor Supremo, de la Paz Perpetua...
Ese Reino, hombre, mujer, joven, niño que me lees, es el
auténtico Cristianismo...
Es el socialismo
Es la vida plena
¡El vivir viviendo!
Hugo Chávez
Fuente: MPPRE
http://www.mppre.gob.ve
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